La Personalidad Neurótica de Nuestro Tiempo
El problema que aquí nos planteamos es el siguiente: ¿los neuróticos de hoy tienen en común rasgos tan esenciales como para permitirnos hablar de una personalidad neurótica de nuestro tiempo? En vista de que nuestro interés reside en las maneras en que la neurosis afecta la personalidad, el campo de nuestro análisis se concentrara en dos sentidos.
El primero es que al hablar de neurosis nos referiremos a aquellas condiciones que resultan de un insidioso proceso crónico que por lo general comienza en la infancia y llega a afectar sectores más o menos amplios de la personalidad. En segundo lugar, no nos interesa tanto el cuadro sintomático de las neurosis como los trastornos del carácter, pues las deformaciones de la personalidad constituyen el fondo permanente de las neurosis. También desde el punto de vista cultural la formación del carácter tiene mayor importancia que los síntomas, dado que es aquel y no estos los que determina la conducta humana.
Sentadas estas restricciones volvemos a plantearnos nuestra interrogante: ¿los neuróticos de hoy tienen en común rasgos tan esenciales como para permitirnos hablar de una personalidad neurótica de nuestro tiempo? Asi, al hablar de “personalidad neurótica de nuestro tiempo”, no sólo queremos decir que existen neuróticos con peculiaridades comunes a todos ellos, sino también que estas similitudes básicas son, esencialmente, producto de las dificultades que reinan en nuestro tiempo y en nuestra cultura. No podemos dejar de advertir que los problemas de un neurótico y los que presenta un individuo medio de nuestro siglo discrepan sólo en intensidad.
En nuestra inmensa mayoría, nos vemos obligados a luchar con problemas de competencia, con temores al fracaso, con el aislamiento emocional, la desconfianza del prójimo y de nosotros mismos.
Las características de la personalidad neurótica de nuestro tiempo presenta cinco grandes rasgos: Primero: actitudes frente al dar recibir cariño; segundo: actitudes frente a la valoración de sí mismo; tercero: actitudes frente al problema de la autoafirmación; cuarto: la agresividad; y quinto: la sexualidad. En cuanto a la primera, uno de los rasgos predominantes de los neuróticos de nuestro tiempo es su excesiva dependencia de la aprobación o del cariño del prójimo.
Todos deseamos ser queridos y sentirnos apreciados, pero en los neuróticos la dependencia del afecto o de la aprobación resulta desmesurada si se la coteja con la importancia real que los demás le conceden en su existencia. Además existe una notable contradicción entre su deseo de recibir cariño y su propia capacidad de sentirlo o de ofrecerlo. Su desmesurada exigencia de respeto a sus propios requerimientos puede unirse a una falta no menos cabal de consideración por los demás.
La inseguridad interior, expresada en esa dependencia de los demás, constituye el segundo rasgo que llama la atención al observar al neurótico. Jamás faltan en él los sentimientos de inferioridad y de inadecuación, que pueden manifestarse en una serie de formas — tal como la idea de incompetencia, de estupidez, de fealdad, etc. -, y que podrán subsistir aunque no posean ningún fundamento en la realidad.
El tercer grupo de actitudes, las que atañen a la autoafirmación, implica inhibiciones manifiestas. Autoafirmación significa imponer las propias pretensiones, sin que esto implique un excesivo afán de avasallar. En efecto los neuróticos están inhibidos para expresar sus deseos o para pedir algo, para expresar opiniones o críticas justificadas, dar órdenes. En el cuarto grupo de dificultades, el relativo a la agresividad. Los trastornos de esta índole se manifiestan de dos maneras distintas. Una de ellas es la propensión a ser agresivo, dominador y sobremanera exigente, algunos advirtiendo a veces su agresividad y otros que no se percatan de esta actitud.
La segunda de ellas, tales trastornos se acusan de una manera precisamente opuesta, comprobándose una actitud superficial de sentirse con facilidad engañado, dominado, despreciado, tiranizado o humillado. Además, estas personas no se dan cuenta de que sólo se trata de su propia actitud, más bien están amargamente persuadidas de que todo el mundo se ensaña con ellas tratando de embaucarlas. Las peculiaridades del quinto grupo las de la esfera sexual, pueden clasificarse en forma somera como deseos compulsivos de tener actividades sexuales, o bien como inhibiciones frente a éstas. Tales inhibiciones son susceptibles de manifestarse en cualquiera de las etapas conducentes a la satisfacción sexual.
Todo lo anteriormente descrito, todas estas actitudes, por incoherentes que parezcan se hallan estructuralmente relacionadas entre sí. Entonces, para resumir y concluir diremos que: al hablar de personalidad neurótica de nuestro tiempo no sólo queremos decir que existen neuróticos con decir que existen neuróticos con peculiaridades esenciales comunes a todos ellos, sino también que estas similitudes básicas son esencialmente, producto de las dificultades que reinan en nuestro tiempo y en nuestra cultura.